Manuel Gausa: “Reconocer y representar la realidad es comenzar a transformarla”.
Como arquitectos, cada idea que planteamos, cada línea que trazamos, tiene la voluntad y el potencial de transformar la realidad material que nos rodea.
Es ahí, de una forma muy disciplinar si cabe, donde queremos ubicarnos, en la capacidad propositiva que la materialidad, la construcción y la tecnología aportan al proyecto: el lenguaje constructivo como herramienta de proyecto. (Recordamos en éste sentido la reciente y sugerente conferencia de Peter Cook en el campus de la UCJC).
Pero en este camino, no nos olvidamos del papel del arquitecto como aglutinador interdisciplinar, como conductor de sinergias múltiples, detectando sintomatologías e inventando procesos en los que muy diversos sistemas fluyen y acaban tomando una forma concreta.
Para introducirse en este proceso catalizador, el iniciado hacia la Arquitectura deberá elaborar, (probablemente entre otras muchas) las técnicas o habilidades para:
-Percibir, interiorizar y concretar las condiciones dadas: ambientales, formales, funcionales, culturales y conceptuales.
-Ponderar el problema dado en toda su multiplicidad. Sopesar la virtualidad de la diversidad de respuestas al mismo. Confrontarlas con la propia subjetividad.
-Atrapar y sintetizar la respuesta particular desde uno mismo en un acto creativo, subjetivo y único que, conteniendo la esencia y la aportación de lo múltiple proponga una solución singular, para ser construida o producida.
-Desarrollar esa solución alcanzando niveles de mayor precisión, pero también complejidad y determinarla en su expresividad más acabada.
-Tener como horizonte la voluntad de construir. Aunque el proceso se detenga en el proyecto, es un proyecto para ser construido. Porque aún en el proceso interrumpido de la labor académica o en la intencionalidad programática de la Utopía , la voluntad de construir, aunque demorada, es imperativa.
Sin la solidez evidente de su lenguaje constructivo, muchas de las arquitecturas que admiramos y de las que nos alimentamos no serían concebibles.
Comenzando por ejemplo en la innegable evidencia de la tectónica material en la arquitectura histórica, siguiendo por el vocabulario formal de las vanguardias de principios del XX y su posterior despliegue pástico, hijos de los imparables avances constructivos de la época, la irónica sutileza del brutalismo de Denis Lasdun o los miembros del Team X (Van Eyck, Hertzberger, los Smithson), obviamente todo el Hich Tech inglés (Foster, Rogers, Ian Ritchie, Hopkins, Grimshaw) y el no inglés como el de Piano, la mayor parte de las figuras del panorama actual, como Herzog y de Meuron, Denari, Sanaa, Ando, Miralles y sus herederos, Tom Mayne, Nouvel, Perrault, Williams&TSien, la maestría de los portugueses y de casi cualquier arquitecto suizo u holandés, son inseparables de sus propios vocabularios constructivos.
Incluso las figuras digamos más vanguardistas, como Zaha Hadid, Peter Cook o Nox entre otros, han desarrollado sus propios mecanismos de expresión material cuando sus propuestas han abandonado el papel y se han plasmado en la realidad.
Actualizando el discurso que presentamos, se ha tratado en principio de forma consciente y voluntaria, de no dotar de ningún tipo de carga ideológica a estos planteamientos.
Sin embargo, cualquier reflexión en torno a la lógica y la adecuación de la construcción y la tecnología en el proyecto, nos conducen de forma inevitable hacia la optimización de recursos constructivos, a la economía de consumos energéticos, es decir, hacia el mundo de lo sostenible y lo bioclimático, pero no como opción, sino como cuestión inevitable e ineludible en nuestro futuro profesional.
Así pues, esta temática se convertirá, sin fundamentalismos, sin demagogias ni adscripciones a modas, en un argumento troncal del quehacer de esta unidad.
_METODOLOGÍA_
Serán siempre bienvenidas interferencias e injerencias de disciplinas a veces fronterizas, a veces incluso ajenas, para enriquecer el seductor camino trazado.
Establecemos un taller que es un campo de aprendizaje. Rechazamos la división entre teoría y práctica como contrarias. Se produce la concepción de la arquitectura y se concibe la producción de la arquitectura.
El objetivo no puede ser transmitir conocimientos, más o menos limitados según la capacidad de cada cual. Se trata de enseñar a aprender, que si bien puede ser claramente el fin último de la Universidad , con mucha mayor razón ha de ser la motivación de una asignatura como la de Proyectos, tratando de despertar en el alumno la emoción, la capacidad de entusiasmo y la necesidad de incorporar una visión del mundo desde el punto de vista de una auténtica “esponja”.
El discurso personal de cada alumno es particular, singular, normalmente está por descubrir. Le guiaremos para encontrar los mejores argumentos, las mejores herramientas para que sus inquietudes cobren forma. Se le facilitarán los lenguajes gráficos, proyectuales y constructivos que le guíen en su búsqueda.
Creemos, incorporando lecciones de Juhani Pallasmaa, que estos mecanismos facilitarán sin duda una mayor empatía del alumno con el proyecto, evitando la lejanía y la frialdad que en muchos de ellos provoca la pura visualidad de las herramientas informáticas.
_MATERIALIZACIONES_
El curso se articulará en dos cuatrimestres voluntariamente asimétricos pero complementarios.
El primero de ellos discurrirá en una localización donde el entorno natural es un condicionante extraordinario: el Parque Natural de Cabo de Gata, en Almería, donde se realizarán dos proyectos demandados por la realidad actual del lugar. La apropiación del lugar, el forzado diálogo natural-artificial, dirigirán el devenir de esta parte del curso.
El primer trabajo del curso consistirá en el proyecto de una escuela infantil en el límite urbano del pueblo de Cabo de Gata, junto a la playa de las Salinas. (Hertzberger, Montessori.) Un ejercicio apto para romper el hielo, suficientemente propositivo para los alumnos de primeros niveles, y capaz de asumir fácilmente un grado de definición progresiva para los niveles superiores.
El segundo propondrá la construcción de un centro de visitantes (con un programa ligeramente ampliado) de la parte norte del parque, en la actual ubicación del mirador de la playa de los Muertos, en Carboneras.
La segunda parte del curso trabajará en un entorno urbano consolidado. Se ha buscado un “terrain vague”, un fragmento de ciudad caracterizado por su expectativa de oportunidad, por su voluntad de acoger acción.
Lo más adecuado a estas características, se ha encontrado en Barcelona, en una serie de manzanas del barrio de Poble Nou, junto a la Diagonal, en el entorno de la vorágine del distrito 22@.
Allí habrá de diseñarse una porción de tejido urbano resuelto con unidades residenciales de diversa ídole, para rematar el curso con el proyecto de una infraestructura vertical híbrida, un hito, una torre con un programa similar al Downtown Athletic Club del que habla Koolhaas en Delirious New York.